jueves, 8 de marzo de 2012

Intermitencias en el Parque.

El paisaje cotidiano transformado...
el día a día en miras a mejorar.
Un parque que deja retratar su soledad a finales de invierno.  



































martes, 28 de febrero de 2012

V. Woolf

Día uno.
Capítulo I, p. 11. 

"Él -porque no cabía duda sobre su sexo. aunque la moda de la época contribuyera a disfrazarlo- estaba acometiendo la cabeza de un moro que pendía de vigas".


Tiempo reconocido


Alguien pregunta la hora adentro de la sepulcral biblioteca.

Todos los lectores
escuchamos la respuesta del interlocutor:
-Son las once cuarenta y cinco, le dice.

Intercambiamos miradas de angustia ante el tiempo que se
                                                                                  des
                                                                                       va
                                                                                          ne
                                                                                             ce.

Buscando un consuelo que el presente no nos regala.

Dibujo de Louise Bourgeois

jueves, 23 de febrero de 2012

CHOPIN AL ATARDECER


Inesperadamente de su cuello empezaron a brotar cabezas, dos, tres hasta tener cuatro, el hormigueo en su cuello se asimilaba al de la arena picante sobre la piel. Desconcertado se fue al espejo y no vio más que aquellas medusinas moviéndose sin ojos, retorciéndose como gusanos en sal.

¿Qué haría? Se imaginaba los titulares vespertinos, Hombre joven se ve en la necesidad de degollarse, ¿taparlas?, imposible, aquellos botones eran demasiado grandes para taparlos. Decidió tranquilizarse ¿que pasaría cuando nacieran ojos?, ¿cuantos lados de la moneda podría ver? ¡Que espanto! Dirían algunos.

Decidió acabar con su martirio, cogió las tijeras más grandes y desesperado empezó a pasarlas por las pequeñas nucas, pero era imposible, parecían hechas de plástico, de un caucho indestructible, aparentemente era inmune al filo y al dolor. Pensó en todas las cosas que se perdería de vivir o de conocer, su opción como fenómeno  sería trabajar en aquellas ferias o circos ambulantes deprimentes y sin vida. Con las manos empezó a golpear las cabezas, pero no existía salvación a su continuo cosquilleo y al dolor que no aparecía.

Esperó todo el día hasta el anochecer, salió de su casa con camino al hospital y al salir, maldijo las puertas para hombres de una sola cabeza. Al llegar a la sala de emergencias, la gente emprendió una campaña triunfal en correr por todas direcciones y después de buscar por un largo momento encontró a un grupo de médicos.

Horrorizados por desconocer la razón de los brotes y no encontrar aquello como natural o que algún libro hubiera registrado, se dieron por vencidos con sus juramentos tirados a la basura. Sin nadie que lo ayudará regresó a casa antes del amanecer.

Una vez ahí,  mareado y confundido decidió dormir. Lo que era una tarea fácil y cotidiana fue una odisea de enojo, lágrimas e incomodidad. ¿Dónde diablos acomodaría sus cuatro cabezas? Desesperado, bajo a tocar el piano, melancólico y con su vida revuelta, logró dormirse ahí sentado, solo, a la deriva.

Despertó a mediodía y comenzó a ver cuatro cosas distintas: la parte trasera del salón de música, las teclas, la partitura, las ventanas y el techo; sus otros ojos habían nacido. Mientras personas en todo el mundo imploraba por un solo ojo, el muy desafortunado o afortunado tenía ocho.

Sin más fuerza de voluntad para continuar, llamó al director de la orquesta para reportarse como enfermo, un cierto dolor de cabeza, que aclaró, no se iría con una píldora.

De pronto se le ocurrió la idea perfecta, horrorizar, salir a la calle con sus cuatro cabezas y aterrar a todo el mundo, a final de cuentas, ¿cuál sería su delito?

Sacó su piano a la calle, se vistió con sus mejores galas y ahí, en medio del camino, empezó a tocar como nunca, como si ese día fuera el ocaso de su espíritu, lenta, rápida y apasionadamente. Pudo mantener sus ocho ojos cerrados mientas sus dedos seguían la armonía de las partituras de memoria.

Al finalizar, sus dedos dolían un poco y por un momento tuvo miedo de que al abrir los ojos, estos se reprodujeran en cuarenta, pero no fue lo que ocurrió. Al hacerlo pudo ver una multitud alrededor de él, algunos lloraban, unos estaban conmovidos y otros espantados ante aquel personaje tan grotesco y hermoso al mismo tiempo.

Sin decir nada entró a la casa empujando su piano; la gente estaba muda, totalmente anonadada ante aquel espectáculo, pero el hizo caso omiso mientras cerraba de par en par las cortinas. Cada uno de sus ojos empezó a llorar.

Volvió a dormir, soñó que todo acabaría a la mañana siguiente, que ya había pagado algún tipo de sentencia previa o alguna maldición gitana de sus ancestros. Pero el amanecer regresó con aquel día intransigente que no perdona ni exime a nadie, siempre regresa.

Ya no hay nada que perder, por eso cada día vuelve a tocar una melodía al atardecer.

Publicado previamente en:
Revista Tlamatini. Volumen I, año seis, número 19 (Enero-agosto 2010) Facultad de Humanidades, UAEM, p. 19. 

I Saw the Raven too.


I’ve just heard the raven sound again
Flying over the roof
Spreading its wings
Leaving a strange smell
Im my disorder mind

It’s midnight
And I left in the coffee table
The thoughts of the old student
who saw the same raven before

Now my head is confused
Trying to understand my solitude
And my backbone is resting
Over the old rocks
they put in my soul

Im scared
Because the cawing
Is getting into the deepest part of my bowels
And is taking away the remains
Of a tired existence

Wherever you are, here my spelling dark raven
Maybe I won’t see your ebony body again
But every time I hear the cawing
Of your ancient wisdom
I’ll know that the storm
Will come back to my secret dungeon
And this time I will left the butterflies come out
To finish with your eternal resonance

Pedro (May 09) 





There are many artists who have been inspired by one of the most important poems of english literature: The Raven. Some of them are Gustave Doré or Dante Gabriel Rossetti, but this images were maid by painter Ryan Price, who made a terrific work  that captures the Romanticism's  feeling from Edgar Allan Poe's poem:

The Wipping Willow Memories


Without moving a centimeter away,
my eyes look at you again,
like they used to do it,
Remember those warm nights in the fall?

Your skin and your morfine lips
remind me a past obsession,
my heart is not willing to repeat.

I stare at you
I forgot you are not longer mine,
that your eyes and your soul,
belong somewhere else,
except to the sunflowers we took care of.

I am leaving you, alone, next to the wipping willow
Where you first kissed me,
I do not even know if you will emerge in my grey dreams again.

I just know, I miss you somehow
And the only catcher of my tears
will be that wipping tree
where you gave me the first kiss.
  

Pedro
April 09

lunes, 16 de enero de 2012

Te recuerdo desde mi ventana.

La mañana ha regresado.
Con el esbozo del alba cubriendo mis ojos que se arrepienten de haber amanecido.
Sorbo un trago de café amargo y veo tu silueta sobre las sábanas blancas.



Cada noche me visitas y,
con la llegada del sol,
decides alejarte.